lunes, 16 de diciembre de 2013

Mi primera vez“(sexo con mi primo)

Éramos muy chicos los dos.
Pero a pesar de los años que han pasado recuerdo aquel día como si fuera hoy.
Estábamos en la casa de mi abuela Angélica, allí nos solíamos reunir cada domingo, era un bello lugar para esos encuentros familiares.
Comilonas típicas de los días domingos en la cual era casi una cita obligada para la familia.

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Era una quinta alejada de la ciudad rodeada de plantas frutales, el colorido de sus frutos realzaba el paisaje.
Esperaba ansiosa llegara el fin de semana para reencontrarme con mis primas y primos, (más ó menos todos teníamos la misma edad)


Pero aquel domingo fue especial…

Luego de disfrutar del almuerzo y de corretear con mis primos por el prado nos pusimos a jugar a las escondidas. (Sí a las escondidas)
La idea era escondernos en parejas indistintamente del sexo, 2 chicas, 2 chicos, mezclados, eso no importaba, pero sí que nos escondiéramos de a 2.

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Mi primo Jonathan de 15 años me escogió como su pareja en el juego, (creo que fue premeditado de su parte).
Me llevó al fondo de la finca, donde una gran higuera nos esperaba para escondernos, el lugar era “perfecto”; la higuera estaba en todo su esplendor y rebalsaba de gajos.

Ahí estábamos ocultos, e intuimos que no nos podían encontrar. Nos quedamos inmóviles viendo como nuestros primos pasaban frente a nosotros sin percatarse que allí estábamos.
Había pasado ya un largo rato y los chicos habían abandonado el juego y se habían ido al otro lado donde estaban las hamacas. Recuerdo que le dije a Jonathan que ya nos podíamos unir al resto.

Cuando de repente siento que su mano roza mis pequeños y turgentes senos… (Aquella sensación me agradó).
Bajo una sonrisa picara y suspicaz me dijo:
_ tengo una idea mejor.
Quedémonos acá y juguemos a tocarnos y descubrir nuestros cuerpos.

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En aquel momento no comprendí muy bien lo que pretendía, pero acepté porque siempre que jugábamos juntos nos divertíamos muchísimo.

Estábamos los 2 parados frente a frente, y sentí como su mirada penetrante recorría cada parte de mi cuerpo, esas facciones las desconocía, parecía ser otra persona no eran las miradas de siempre.
Se acercó y se pegó a mi cuerpo, mi corazón latía a pasas agigantados, sentía su respiración aumentar en mi oreja, me incomodé un poco con la situación pero a la vez me gustaba sentirlo tan cerca.

Recuerdo que empezó refregando sus partes contra mí, yo llevaba puesta una pollerita cortita de tablitas color roja, y una remerita sin mangas bien pegada a mi piel, como era muy niña aun no usaba corpiño, pero ya a esa edad mis tetitas eran perfectamente redonditas, muy blancas y unos rozados pezones puntiagudos que más se erizaban cuando tenía frio o cuando me los acariciaba en la intimidad.

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Mientras él se frotaba cada vez más ligero apoyándome su bulto que se hacía más notorio a través de su pantalón con la mano derecho tomo la mía y me la posó sobre sus genitales friccionándola con la suya me hacia moverla de arriba hacia abajo y en círculos.
En ese preciso instante me preguntó si me había dado cuenta de cómo yo lo había puesto…

Le respondí que no entendía porque, si yo no había hecho nada para que él se pusiera así.
_ prima no necesitas hacerme nada para volverme loco, me gustas mucho, he visto como ha cambiado tu cuerpo en este corto tiempo, esas tetitas que tenés me enloquecen, quiero tocarlas, puedo?

Con mi voz suave y finita aún de nena le dije tímidamente tan solo :
_ Bueno tócalas!!! Si eso querés…
A lo lejos se escuchaban los gritos de mis primos jugando por ahí.

Jonathan me levantó la remerita hasta dejarme las lolitas al aire, con una mano en cada una de ellas se apoderó de la situación acariciándolas suavemente…
Luego ya no fue tan tierno y me pellizcaba los pezones con los dedos, pero era un dolor lindo.
Acercó su cara a mi pecho y me sorprendió que empezara a usar la lengua dándole lamidas como si fuera un helado, o un chupetín, (mmmmm eso me gustaba más que lo anterior)

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Mis pezones reaccionaron ante su tibia y húmeda lengua poniéndose cada vez más duros a medida que su lengua los rodeaba y estimulaba.
Nuevamente me llevó mi mano hasta su erecto pene que no sé en qué momento había bajado su pantalón dejando todo el pedazo afuera.
Me guiaba con sus manos enseñándome como tenía que tocarlo, (en aquel momento no sabía que eso se llamaba paja).

Me pidió que empezara suave y que poco a poco fuera apurando los movimientos, que eso le gustaba mucho.
Lo complací porque lo veía entusiasmado.

Cuando quitó sus manos de las mías y me dejó sola al principio no me animaba mucho a hacer eso que él me había explicado, pero poco a poco fui sintiendo que con mis movimientos su pene se ponía cada vez más duro y hasta más gordo, y fui aumentando paulatinamente las fricciones y apretando un poco más la palma contra su pito.

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Mientras yo le hacía eso metió la manó por debajo de mi pollerita y me fue bajando la bombachita quedando a la altura de las rodillas. y pensé :
_ me hará caricias ahí? Como las que me suelo hacer yo cuando me baño?
Y si !!! Era lo que yo pensaba, hundió un dedito en mi húmeda conchita que recién empezaban a asomas los primeros vellos púbicos moviéndolos hacia un lado y hacia otro, (mmmm que rico se sentía con su dedo) lo sacó y volvió a meter pero no era unos solo, eran dos, y los movió en círculos un ratito, mientras lo seguía pajeando más ligeramente…

Su cara era de goce total, balbuceaba algo que no logré comprender.
Sus dedos en mi vagina se movían cada vez más y me hacía estremecer el cuerpo.
_te gusta prima? Veo que te gusta sentir mis dedos ahí…
Le respondí entre dientes
_no pares, sigue, muévelos más…más… y mis piernas se abrían para poder recibir más de eso que tanto placer me estaba dando.

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Mi cuerpo se contorneaba según sus movimientos dentro de mí, eso me hacía tomarlo con mas fuerzas de su miembro y viendo como su cara se transformaba me sorprendió un liquido blanco, pegajoso, desconocidos, cayendo sobre mis dedos a la vez que mi conchita palpitaba con más fuerza, queriéndose devorar por completa su mano.

De mi boca salían sonidos extraños que jamás antes había experimentado. (De la de él también) hasta que por último soltó un grito aún mayor acompañado de un suspiro gigante que me colmó de placer mientras miraba como su rostro se relajaba.




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